La ciencia
sigue avanzando, y a medida que sus herramientas de investigación son mayores,
los grandes misterios de la humanidad van quedando sin nada que ocultar.
Pero hay
quienes no saben que estos misterios ya tienen una explicación o una solución,
bueno aquí se lo mostramos.
1. El misterio del Triángulo de las
Bermudas
El Triángulo de
las Bermudas es conocido por muchos, forma parte de la cultura de la sociedad
occidental desde hace muchos años, porque en aquella región han sucedido
extrañas desapariciones que nunca han podido ser explicadas científicamente.
Barcos enteros se han volatilizado sin dejar rastro, tanto de pasajeros como de
combate. Lo mismo con los aviones, cuyas comunicaciones se cortan de modo
abrupto y nunca más se vuelve saber nada de ellos. Igualmente han caído
aeronaves comerciales como cazas de guerra, sin distinción. Este fenómeno sin
explicar ha elevado esta zona a la categoría de leyenda, cosa que ha sido
aprovechada por muchos para hablar de extraterrestres, anomalías temporales o
fuerzas espectrales que afirman son las causantes de todas estas desapariciones.
Sin embargo, dos
científicos australianos aseguran haber resuelto definitivamente el misterio
del Triángulo de las Bermudas, que por cierto, no era único en el mundo. Ivan
Sanderson ya había identificado varias zonas de similares características donde
ocurrían fenómenos extraños relacionados a grandes desapariciones. Estas
zonas se ubicaban en un área (más como
círculos que como triángulos) del Mar de
Japón y otra en el Mar del Norte.
Explicación:
Estos expertos en
el fondo marino dan como causa de las desapariciones a la existencia de grandes
bolsas de hidratos de metano. Constatan la presencia de antiguos sitios donde
se han producido erupciones que generan enormes burbujas de metano que crecen
de forma geométrica a medida que ganan altura. Cuando la macro-burbuja llega
hasta la superficie hace que cualquier barco que pase por encima pierda
completamente sus propiedades de flotabilidad, haciendo que la nave se hunda de
pronto y sin dar la posibilidad a sus pasajeros de escapar del desastre. Se
trata de una simple cuestión de diferencia de densidades.
Si la burbuja es
lo suficientemente grande y posee una densidad suficientemente alta, alcanza
también el espacio aéreo para atrapar en vuelo a los aviones que cruzan por su
esfera de influencia, provocando igualmente la inmediata precipitación del
aparato al fondo del mar, sin posibilidad de predecirlas. Las aeronaves
víctimas de estas burbujas asesinas pierden los motores o se les incendian y
caen en picado para desaparecer sin dejar rastro ni pista alguna que nos
permita deducir que ha sucedido con ellos.
El profesor Joseph Monaghan ha investigado la hipótesis con David May,
de la Universidad de Monash en Melbourne (Australia) y han puesto a trabajar un
avanzado sistema de ordenadores para comprobar su teoría.
El programa,
basado en los principios científicos de la dinámica de fluidos, reprodujo todas
las variables, entre ellas la velocidad de una burbuja gigante de metano, su
presión y la densidad del gas y el agua circundante. Los resultados
impresionaron por su capacidad de explicar el fenómeno. Además, la presencia de
metano inflamable explicaría también los testimonios de mucha gente que asegura
haber visto explosiones o fuentes de luz en la superficie y el fondo del mar
que comprende esa región. Todo cuadra a la perfección. La evidencia de este
descubrimiento ha sido publicada en un
artículo del American Journal of Physics.
2. Racetrack Playa y sus
piedras andantes
En los años 90, en
una zona plana y baja del Valle de la Muerte (California), el misterio de las
“piedras rodantes” constituyó uno de los grandes enigmas para los científicos.
Al contrario que con otro tipo de fenómenos inusuales, cualquiera podía
contemplar las trazas que las rocas dejan a su paso y venir a investigar en persona,
aunque ha sido la moderna tecnología la que ha permitido poner el punto y final
en uno de los más curiosos fenómenos naturales de la historia.
Achacado a todo
tipo de causas, desde los extraterrestres hasta misteriosas fuerzas de la
Tierra, las rocas de este desierto (algunas con cientos de kg de peso) se
movían a lo largo de grandes extensiones, dejando un leve surco allá por donde
pasaran. Una de las pautas del fenómeno era que esto no sucedía continuamente,
sino que eran movimientos esporádicos que tenían lugar cada dos o tres años.
Por supuesto, este lapso de tiempo y las duras condiciones del desierto, hacen
muy complicada una vigilancia constante.
Explicación:
Pues bien,
mediante el seguimiento con satélites e implantando pequeños aparatos de seguimiento
GPS, los científicos ha podido determinar que estos movimientos sólo tienen
lugar durante las tormentas en el invierno, cuando el suelo del Racetrack Playa
adquiere una fina capa de hielo deslizante. Durante el invierno las
temperaturas del lugar descienden por debajo de los 0ºC, congelando la humedad
superficial, pero este proceso es sólo la mitad de la respuesta.
Una vez que se
ha formado el hielo, las rocas se mueven empujadas por el viento de las
tormentas, deslizando sobre una capa de hielo, agua y barro. Los dispositivos
GPS han confirmado que estos movimientos de las rocas son exclusivos de las
tormentas invernales, pudiendo en algunos casos extremos a recorrer casi 1 km.
3. El Mary Celeste
El Mary Celeste
fue un bergantín de 31 metros de eslora y 282 toneladas de peso. Fue construido
en 1861 y bautizado con el nombre de Amazon en la Isla Spencer en Nueva
Escocia, Canadá.
El 5 de
noviembre de 1872 zarpó, con el capitán Benjamín S. Briggs al mando, desde el
puerto de Nueva York. La tripulación consistía en siete hombres, además de la
mujer y la hija de dos años del capitán. Transportaban 1.701 barriles de
alcohol industrial hasta Génova, Italia.
Un mes después,
exactamente el 5 de diciembre, hacia las tres de la tarde, la tripulación del
Dei Gratia, un barco que navegaba desde Nueva York hasta Gibraltar, avistó el
bergantín cerca de las Azores. El capitán de este barco, David Reed Morehouse,
conocía a Briggs, por lo que, cuando estuvieron los dos barcos lo
suficientemente cerca y leyó el nombre, Morehouse se temió lo peor, ya que de
inmediato se dio cuenta de que no había nadie en cubierta. El capitán mandó a
algunos de sus hombres al Mary Celeste, para registrarlo y ayudar en lo
posible. Al llegar al barco, no encontraron a ninguno de los tripulantes ni a
la familia Briggs. La ropa de unos y otros estaba ordenada en sus respectivos
cajones; no encontraron el bote salvavidas, el sextante, el cronómetro ni la
bitácora. El diario de navegación se encontraba en el cuarto del capitán; la
última anotación era del día 24 de noviembre, pero no señalaba nada relevante.
Según el diario, el tiempo había estado revuelto, pero ninguna otra
circunstancia de gravedad.
Después de esta
inspección, la tripulación del Dei Gratia decidió llevar el bergantín hasta
Gibraltar, para allí examinarlo mejor y encontrar una respuesta al misterio. Al
llegar a puerto, sometieron al capitán Morehouse a diversos interrogatorios, ya
que incluso se especuló que podía haberse puesto de acuerdo con Briggs para
simular su desaparición y obtener algún beneficio de las aseguradoras. Al no
descubrirse nada significativo, Morehouse, libre de sospechas, recibió una
recompensa de alrededor de 8.000 libras esterlinas por el rescate del bajel.
Explicación:
Si bien hubo
muchas teorías que intentaron dar una explicación racional al hecho (piratas,
competencias de natación, un motín) un detalle casi inadvertido dio la
respuesta.
En 2006, el Dr.
Andrea Sella, profesor de química de la Universidad de Londres, creó una
réplica del Mary Celeste y simuló una pérdida en nueve de los barriles de
alcohol. Descubrió que, una vez que el vapor entró en combustión con una
chispa, creó una explosión de onda a presión, es decir, una espectacular
llamarada de fuego que detrás tenía aire relativamente frío, lo que no dejó
rastros de quemaduras.
En resumen, las
personas que estaban a bordo fueron testigos de una suerte de explosión
fantasma (con bases químicas perfectamente normales) que no quemó el barco ni
lastimó a nadie. Siendo un hecho conocido lo supersticiosos que son los
marineros, pensaron que el barco estaba embrujado y se precipitaron a los botes
salvavidas olvidando detalles como llevar agua, comida, brújulas y demás
elementos imprescindibles para sobrevivir en altamar.
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